lunes, 16 de marzo de 2015

Presentación Cartel ALBORES 2015, Don Eusebio Pérez Torres

Texto de la presentación de nuestro cartel, cedido por Don Eusebio Pérez Torres, al cuál le damos las gracias.


"PRESENTACIÓN DEL CARTEL DE LA TERTULIA ALBORES 2015-01-27

Sr. Hermano Mayor y miembros de la Junta de gobierno de la Hermandad de la Amargura; Sr. Presidente y componentes de la Tertulia Albores; Sr. Agüera, autor del cartel, hermanos y amigos todos, muy buenas noches.
  
Ante todo quiero agradecer a la Tertulia Albores el honor que me dispensa concediéndome la palabra en este acto, al tiempo que felicitarles por su encomiable trayectoria y labor, en particular por este concurso para el cartel de Semana Santa mantenido durante tantos años. Gracias también a la Hermandad -mi hermandad- de la Amargura por ofrecernos su casa para esta presentación. Y, cómo no, gracias al autor del cartel por atreverse –o, tal vez, resignarse- a que sea yo quien presente esta magnífico trabajo.
  
Manuel Agüera Ostos es de mi quinta, o sea, un muchacho. No obstante, lleva mucho tiempo dedicado a la fotografía y, a la vista está, con unos resultados excelentes. Ha mostrado particular interés en reflejar en su obra muchos aspectos de nuestra ciudad y de su Semana Mayor. Ha colaborado en las colecciones del ABC sobre Crucificados, Nazarenos y Misterios de Sevilla, La Enciclopedia de Semana Santa de Gemisa; La Semana Santa de Sevilla de El Correo; Arte y Artesanos de Sevilla, El Rocío, Los Pueblos de Andalucía, Cien Años de Sevilla a través de el Correo de Andalucía, y un largo etcétera. Tan brillante trayectoria ha sido reconocida con numerosos premios  (37 primeros premios en concursos de fotografía, y muchos otros más). Y nos trae hoy un estupendo cartel de Semana Santa.
  
Sí. Es un magnífico cartel porque cumple espléndidamente su función: anunciar la Semana Santa y envolvernos a todos en su ambiente, lo cual exige a la vez captar su estampa y mostrar su alma, si es que ambas no son la misma cosa. Y lo hace con esta imagen bellísima cuya contemplación nos sumerge en la atmósfera de esos “días señalaítos”. Lo primero que cautiva es la belleza de la foto y de lo que representa, y digo esto a sabiendas de lo mucho que se nos critica a los sevillanos, y más a los cofrades, por otorgar una excesiva prevalencia a los elementos estéticos o formales, en detrimento de una supuesta seriedad que deben tener estas manifestaciones, carente de todo elemento  sensual, en donde la Palabra y la Razón serían los vehículos apropiados para explicar y expresar los misterios de la religión, pero no los sentidos. No he compartido esto nunca.
  
Esta foto se inserta en nuestra mejor tradición del arte religioso que procura acercarse a lo divino mediante los sentidos, la luz, la imagen, el color, el olor, la música. Como dice Carlos Colón (en su obra Dios de la Ciudad), a través de estos elementos sensibles se despliega una representación de la Pasión y una idea de Dios. La experiencia estética permite acceder al conocimiento a través de la emoción provocada por lo sensible. El mismo Papa Francisco nos recuerda (Encíclica Lumen Fidei) el excesivo predominio que ha tenido, en la Historia de la Teología, la razón en el acercamiento a la Fe. El ver y el escuchar, nos dice el Santo Papa, son también órganos de conocimiento de la Fe, porque Jesús es el Dios que se puede ver y oír.

Por eso, no debemos aceptar que el esfuerzo por la belleza que mostramos en nuestra Semana Santa o en sus representaciones se vea como manifestación de superficialidad o de un carácter festivo y frívolo, inapropiado para lo que se representa. Los  sevillanos realizamos ese acercamiento sensible entre Dios y los hombres por el que le llamaron Emmanuel -Dios con nosotros-, y lo hacemos incluso dándole vida humana a los pasos mediante el esfuerzo de los costaleros. Para eso aprovechamos todo los elementos que la naturaleza proporciona a una persona para adentrarse en lo más profundo de sí misma, incluso la fragancia de esa noche de primavera en Sevilla que se intuye en la foto que presentamos hoy, esa primavera que, como decía Cernuda, “llama a tus sentidos y, a través de ellos, a tu corazón, adonde entra templando tu sangre e iluminando tu mente” (Ocnos). Por esto, todos pueden entender y acercarse a nuestra Semana Santa.
  
Manuel Agüera nos dice muchas cosas de nuestra Semana Santa a través de  esta foto, que, tras golpear nuestros sentidos, nos transporta a nuestra intimidad profunda. Una primera y evidente: la Semana Santa no sólo son los pasos; la Semana Santa de Sevilla no se limita a relatar en la calle una Historia Sagrada, como aquella asignatura que estudiábamos antaño en el colegio, sino que involucra a toda la gente en esa Historia, sea como nazareno, costalero, acólito, músico o devoto, convirtiendo a la ciudad toda en un escenario sagrado. No estamos ante la sola aparición en la calle de la imagen de Dios, sino en una participación del hombre en lo divino, que impregna la ciudad toda en un aroma de eternidad, en un inefable perfume que sólo puede definirse con el clásico “Ya huele a Semana Santa”. Y este cartel que presentamos es anuncio de ese presentimiento, es una convocatoria a todos los sevillanos para reunirnos con lo más íntimo y profundo de nosotros.
  
La fotografía que se presenta aquí hoy nos transmite inmediatamente ese olor a Semana Santa con su sola contemplación y belleza formal. Una larga fila de nazarenos de la Amargura -paso Cristo, creo- con el cirio al cuadril progresa calladamente por la estrechez de Santa Ángela, encajonados entre sus blancos muros. La luz de las velas destaca más que el perfil difuminado de los nazarenos, todos ellos expresión de un sentimiento común personificado en quien es encargado de velar porque esos nazarenos en la calle expresen plásticamente ese sentimiento común: el Diputado.     
  
Orden, se titula el trabajo, y ciertamente todo es equilibrio y geometría, desde la verticalidad de los nazarenos hasta el homogéneo ángulo de los cirios. Pero hay mucho más; hay rito y liturgia, magia y símbolos. Una cofradía en la calle es esa forma que tenemos en Sevilla de hacer tangibles los vericuetos del alma.
  
Vemos un Cuerpo de nazarenos propiamente tal, algo muy destacable en unos tiempos como los nuestros, de predomino absoluto de los pasos, donde se ven cortejos tan numerosos que los nazarenos van prácticamente arrebujados. Pero además, ese orden da idea de unidad, de ir todos a una, olvidando diferencias individuales que quedan tan difuminadas como la imagen de los nazarenos. Porque en una hermandad todos somos iguales.  
       
Y es un Orden dinámico; es una cofradía en marcha, en procesión armoniosa hacia la Catedral, no un mero grupo de fieles arracimados en torno una imagen; es un Cuerpo de Nazarenos, no un montón de nazarenos. Todo ello infunde la serenidad y el equilibrio propios de la oración, que prepara a quien contemple el discurrir de nuestra cofradía para la llegada de los pasos. Por eso siempre se dice que es una cofradía para verla entera, porque, tras contemplarla desde la cruz al palio, uno siente una sensación de paz y recogimiento similar a  la de presenciar un coro de monjes cantando gregoriano en algún recóndito monasterio a la hora de Vísperas.
  
Todos estos mensajes quedan realzados más aún por un elemento que todos conocemos, aunque en la foto está latente pero elidido: el contexto desordenado de un Domingo de Ramos en Sevilla. Ese cortejo de nazarenos que serenamente discurre por una calle aparentemente tranquila y en perfecto orden surge al final de un día de multitud y algarabía, niños y globos, alegres colores en ropa de estrenos. Ese contraste realza el valor de la imagen, porque el orden que refleja no proviene de un pueblo especialmente amante de los  reglamentos. No; ese orden surge de la vida, y es la forma que tenemos de expresar nuestros valores, nuestras creencias y nuestras esencias, porque la. Semana Santa pone en la calle el alma colectiva de la ciudad. Y todos sabemos que quienes van debajo de esas túnicas están todo el año deseando que llegue este día para mostrarse realmente parte de ese sentimiento colectivo de la ciudad y, en concreto, de su hermandad.
  
Nuestra Hermandad de la Amargura es una muestra cumbre de esa expresión colectiva en la calle. Joseph Peyré la escogió como ejemplo de cofradía sevillana en su libro La Passion selon Sèville (La Pasión según Sevilla), afirmando su condición de cofradía que había querido hacer de la suya un modelo de disciplina y de cuidado. De esa voluntad común de la hermandad sale esa expresión en la calle de lo que somos. Recuerdo que cuando yo salía de costalero en el Desprecio de Herodes pensaba, y sigo pensando, que el andar de ese paso de misterio es algo que estaba dentro de él; el trabajo de capataces y costaleros era únicamente sacar lo que el paso lleva en sus entrañas y mostrarlo públicamente. Manuel Agüera ha hecho aquí eso y, cual si se tratara de un retrato psicológico, detrás de esa fila ordenada de nazarenos nos deja traslucir las entrañas de nuestra Hermandad y, a través de ella, de la Semana Santa.
  
 Somos centro y somos barrio, somos serios, pero vamos de blanco y llevamos música, somos la cofradía del Silencio y la Amargura, pero también la de Juanillo el de la Palma. Una cofradía que es un compendio de todo y de lo mejor de nuestra Semana Santa. La estampa que nos convoca hoy aquí ha sabido captar y expresar, a través del cuerpo de nazarenos de la Amargura, esa serena piedad que es también la forma de afrontar el dolor de nuestra Virgen, ha reflejado la misma elegancia palaciega que compone el paso del Desprecio de Herodes. Todo es equilibrio, mesura y belleza, una cofradía en la calle que parece pregonar la letanía que luce en el techo de nuestro palio para que cuando termine de pasar el paso de Virgen todos puedan exclamar: Amore langueo (de amor me consumo), amare flebo (amargamente lloraré) Electa ut Sol et pulchra ut luna (refulgente como el Sol, bella como la Luna).
  
Reitero mi agradecimiento a la Hermandad de la Amargura por acogernos y por ser como es; mi felicitación al autor por mostrar en una deliciosa instantánea un trocito de nuestra alma y  a la tertulia Albores por apreciarlo. Y gracias a todos ustedes por acompañarnos y por escucharme. Ya me callo. Aquí hoy lo importante es este cartel y  lo que a todos nos sugiera.. Yo solo he hecho la introducción y ahora continuamos todos...al calor de una cervecita.
  
Muchas gracias"

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